Aquí puedes leer y descargar el artículo completo en pdf
¿Qué es la Escuela Libre? – Una pequeña introducción
Una de mis familias me lanzaba hace poco una interesante petición pedagógica: querían entender con más detalle qué hacen sus niñas en Kindermundi. Pues bien, para entender qué hacemos hay que empezar comprendiendo qué es una Escuela Libre, dado que todo el concepto pedagógico de Kindermundi nace y se basa en esta idea.
Al definirla, abordaremos la segunda de las inquietudes: por qué dentro de una Escuela Libre no tiene cabida una planificación pedagógica orientada a un currículum escolar. Dicha planificación pedagógica academicista entra en contradicción con la línea educativa de una Escuela Libre.
Este artículo nace con la idea de aclarar y de llenar de sentido los orígenes conceptuales de las pedagogías alternativas y algunos de los pilares básicos, que las acompañan. Por su extensión, lo iremos publicando progresivamente en tres partes. Espero contribuir en algo y aclarar dudas.
El juego de 0 a 3 años
Muchas personas y familias aún consideran que el juego es algo banal, que no requiere atención, esfuerzo, ni preparación por parte de las profesionales en el ámbito educativo. Entienden el juego desde una perspectiva tradicional de la enseñanza, como una pérdida de tiempo y que no adquiere ningún conocimiento verdaderamente válido para la vida.
Desde una Escuela Libre el juego es una de las bases de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, junto con la educación del carácter. El juego surge de manera natural y espontánea en los niños de 0 a 3 años y es su vía principal de aprendizaje y, por tanto, de desarrollo.
Preparar los ambientes
Nuestro trabajo como educadoras ante el juego en una Escuela Libre es saber guiarlo. Es decir, preparar los ambientes con idea de que en cada espacio se produzca un tipo de juego. Por ejemplo: en el patio hay multitud de juguetes para fomentar el movimiento (la psicomotricidad gruesa). También disponemos de nuestro rincón de lectura (aprendizaje cognitivo), de nuestra cueva para gritar (autoconocimiento), nuestro espacio para hacer manualidades (psicomotricidad fina y concentración) y un etcétera de espacios. Este pensamiento tras una preparación del entorno consciente para fomentar un buen desarrollo en los peques según sus etapas evolutivas, no es en absoluto espontáneo, ni elegido al azar: se busca una finalidad y está definido con unos objetivos específicos. Esto es lo que sería para nosotras una parte de nuestro “currículum” dentro de una Escuela Libre.
Este trabajo requiere de una constante revisión y de mucha observación por parte de las personas responsables, por lo que dicho “currículum” no es fijo, sino que puede variar en función del análisis pedagógico de las profesionales. Reflexionar y estar en constante revisión ante la aceptación o el resultado que producen los ambientes preparados, adaptados a cada una de las necesidades del niño es de una dedicación excepcional.
No es banal, en absoluto, la concentración, la presencia, la capacidad de toma de decisiones y un etcétera más de habilidades, que una profesional en este ámbito requiere para ofrecer a cada niño lo que necesita de manera individualizada para su adecuado desarrollo. El juego es vital para el crecimiento de cualquier niño, junto al acompañamiento de las profesionales.
El respeto en una Escuela Libre
Según la pedagoga Rebeca Wild: „El respeto significa no barrenar ni desviar las percepciones, las valoraciones y los procesos de decisión del „legítimo otro“, no perforar las membranas del otro, no perturbar su interacción desde dentro hacia fuera ni sus propios procesos de desarrollo.“ Y añadía:„ (…) todo ‘comportamiento con un objetivo’, que se produce a partir del deseo de obtener resultados definidos de otra persona, tiene efectos demoledores a corto o a largo plazo ya que no respeta los auténticos procesos vitales.“ (Libertad y límites. Amor y respeto. Lo que los niños necesitan de nosotros – 1998, pág. 97 y pág. 44, respectivamente).
Al evaluar y emitir juicios de valor sobre el niño en función a unos criterios curriculares, es decir, que obedecen a la consecución de una serie de objetivos, definidos hacia un resultado académico y no individual, estamos saltándonos y no observando lo que realmente necesita un peque en particular para su desarrollo y, como consecuencia, para su adecuado aprendizaje. Con este simple acto, nos olvidamos de que son niños y de que todo el proceso (me refiero al currículum escolar) nos viene dado desde fuera, sin poder cuestionarlo.
El cuestionamiento, la revisión, el probar algo nuevo, diferente, ser flexible, dentro de la firmeza y un etcétera de cosas, son palabras claves dentro de una educación infantil adecuada y de calidad. Cada día, yo, junto con mi equipo, revisamos diferentes intervenciones educativas, que nos hacen cuestionarnos, identificar, analizar y tomar nuevas decisiones para implementar una mejora, siempre pensando en el bienestar del niño.
El currículum escolar no es abierto
Nada en el currículum se mueve durante años. No hay cambio, no hay transformación, no hay movimiento. Hay anclaje. La educación es una constante revisión de una misma y sin este criterio tan fundamental, estoy convencida de que no habrá una buena calidad en el aprendizaje y en el desarrollo tanto de los más peques como de los que no lo son tanto. Cada niño tiene su propio ritmo, desarrollo y únicamente hay que pararse a observar.
En el currículum escolar se lleva a cabo dicha observación, la pena es que esta no repercute en absoluto en los resultados de la propia planificación curricular, además de que no se personalizan los ritmos. Más bien, el currículum homogeneiza y mete a todo el mundo en el mismo saco. Lo diferente no es bien recibido y con ello perdemos la riqueza y los potenciales de nuestros peques, porque no los escuchamos, miramos, observamos, les dedicamos tiempo y revisamos qué es lo que les vendría mejor para su particular desarrollo. Ellos nos demandan y nos comunican dentro de su perspectiva de niños, qué es lo que necesitan y nosotros como profesionales tenemos que saber captar esos mensajes y cubrirles sus necesidades para desarrollarse correctamente.
Para personalizar la educación hay que tener criterio propio
Aquí nos encontramos con el siguiente problema: ¿sabe todo profesional de la educación infantil captar esos mensajes, que nos comunican los peques para cubrir sus necesidades, para equilibrarlos, para guiarlos en un adecuado desarrollo emocional y seguro? ¿Estamos preparados y cualificados para ello? ¿Nos posibilita el actual sistema escolar atender a cada uno de nuestros alumnos a seguir su propio ritmo? ¿No es más fácil seguir un currículum que nos viene dado y establecido desde fuera, sin poder cuestionarlo, donde se nos traza una línea muy clara por donde, como educadoras, hemos de caminar?
Claro que es más fácil. Para tomar decisiones hay que pensar. Si nos viene dado algo establecido desde fuera, que hemos de seguir y obedecer, ¿para qué pensar? Ya está todo hecho.
El niño es protagonista de su propio aprendizaje
Dentro de las pedagogías alternativas, el concepto de Escuela Libre es muy potente, ya que el propio niño se sitúa en el centro de su aprendizaje, es su propio protagonista. Son ellos los que desde su espontaneidad empiezan a jugar, a interaccionar con los otros y con su contexto más cercano. Yo, como profesional, no tengo que motivarles a que jueguen. “Ya vienen así de fábrica”, para que me entendáis. Por tanto, utilizo esta óptima situación para maximizar su potencial, presentarle situaciones nuevas de aprendizaje y guiarlos a través de ellas para su adecuado desarrollo.
Es un proceso siempre en movimiento, dinámico, donde el peque se va conociendo, en ocasiones, tras la equivocación o el “ensayo y error”, desarrollando así cada vez más su autonomía para poder ejercer el control de su propio aprendizaje. Nosotras les presentamos las puertas (estímulos o alternativas) y ellos, en función de sus necesidades (que los profesionales vamos guiando con nuestro conocimiento y acompañamiento) tienen la llave para abrir y, por tanto, “decidir” con qué puerta se quedan.