La diferencia nos abre puertas
Preocupación en vano
En más de una ocasión, algunas madres y padres me han preguntado, mostrando su preocupación, si sus hijos, por norma más pequeños que la mayoría del grupo, no iban a ser lastimados por el resto. La respuesta es NO. Los niños más grandes tienden a manipular a los más pequeños en su primera toma de contacto, como si se tratara de muñecos, pero lastimar es una palabra que pertenece al mundo adulto y que por eso mismo pierde su sentido en nuestro ámbito.
Los peques de 0 a 3 años no son conscientes aún de lo que es hacer daño o al menos, no como lo entendemos nosotros como adultos. Es algo que se les escapa y no es para nada intencionado. Ellos, los peques, aunque lastimen, no quieren hacer eso. Más bien quieren mostrar su afecto, su cercanía, dejar claro a quién pertenece un juguete o expresar que algo no les gusta.
La fortaleza de la mezcla
Al combinar diferentes edades en la primera etapa de infantil (0-3) tenemos la oportunidad de trabajar muy de cerca con la DIFERENCIA. Van a disculparme, dado que no me gusta llamarle diversidad, de lo utópico y vacío que finalmente llega a sonar el término hoy día en educación. La DIFERENCIA es algo valiosísimo, aunque todos sepamos que en nuestro mundo adulto no es siempre bienvenida.
Todos queremos ser diferentes, los más “cools”, los más emprendedores, variopintos y únicos, pero en un proceso de integración hacia una nueva cultura, por ejemplo, a nadie le gusta ser diferente, porque resulta ser una discriminación. Desde ambos puntos de vista, la DIFERENCIA es un arma muy potente para poder hacernos fuertes. Y eso exactamente es el objetivo de mezclar edades distintas.
Nuevas experiencias
En ese contexto es posible que se experimente una heterogeneidad en el desarrollo de crecimientos, que en un grupo de la misma edad sería imposible que se diera, por caracterizarse de eso mismo, de homogéneo.
Es evidente que cada niño es único y que viene con una socialización específica que lo marca, pero los ciclos de desarrollo, tanto sociales como evolutivos, se reproducen de forma muy similar en las edades de 0 a 1, de 1 a 2 y de 2 a 3 años. Al tener un grupo con diferentes edades se producen situaciones de interacción, que serían imposibles en un grupo de una misma edad.
El más grande también aprende
Y no hablo sólo de que el más pequeño adquiera a través de la imitación características de desarrollo del más grande. Sino también de que el más grande aprende por qué, por ejemplo, un niño más pequeño expresa a través del llanto algunas cosas que ese mismo niño más mayor, ya puede expresar a través de la palabra.
La DIFERENCIA nos permite tomar contacto con una realidad distinta a la nuestra: se desarrolla la capacidad de empatía (el ponerse en el lugar del otro), de comprensión, por tanto, de querer satisfacer la necesidad del otro, ofreciéndole un juguete, aunque no sea mi juego y se reconoce al otro ser como DIFERENTE dentro de un mismo grupo de IGUALES.
Crecer en autoestima
El grupo, finalmente con sus diferencias conforma una pequeña familia, se adaptan, se quieren y aprenden a convivir entre ellos con esa DIFERENCIA. Desde el punto de vista educativo esta capacidad de adaptación y finalmente de crecimiento en común posibilita a ese niño el desarrollo de una gran habilidad para no extrañarse, ni asustarse ante lo desconocido, sino que más bien se familiariza y se siente seguro en un contexto heterogéneo o variado, donde se reconocen otras formas de ser y de actuar. Algo maravilloso como aprendizaje para vivir en una sociedad, donde la pluralidad forma parte de nuestra realidad más cercana.
Más allá de lo conocido
La DIFERENCIA nos abre puertas. Puertas hacia lo desconocido, que pasará a ser conocido por eso mismo, por la apertura. Nos da por tanto la opción de poder conocer y después poder elegir si es lo que queremos o no. Pero ante todo, su reconocimiento es fundamental y objetivamente nos aporta una visión más amplia: cuando todo es igual, el cuestionamiento se reduce por eso mismo, no disponemos de parámetros alternativos que nos hacen usar la comparativa y preguntarnos por un porqué.
De ahí que la DIFERENCIA sea un pozo de sabiduría: como norma general nos enfrenta con algo que no somos y que en la realidad es, existe y, por tanto, forma parte de la vida, como cada uno de nosotros con nuestras diferencias.