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No al currículum. Sí a la Escuela Libre – Parte 2
Aquí os presento la segunda parte de mi artículo sobre los conceptos y las ideas de la Escuela Libre, que son un aspecto importante para nuestro trabajo en Kindermundi.
Un ejemplo práctico
Una mañana estando en el patio, los peques empezaron a desmontar una casa-muralla de juguetes que tenemos y colocaron todas las piezas en el suelo, de manera que hicieron un camino por el que posteriormente empezaron a caminar. Fue obvio, tras mi observación, que transformaron el uso originario de lo que era la casa-muralla, donde anteriormente se refugiaban al jugar al pilla-pilla o la usaban como parking, dejando allí todos los coches y las motos, de las que disponemos en el patio, convirtiéndolo en otro juego. En este caso construyeron un camino, por el que pasaban, muy emocionados, todos los peques uno detrás de otro. Y aún fueron más allá: al tener las piezas en el suelo, algunas se superponían y se pisaban y, por tanto, se movían bastante, por lo que al caminar sobre las mismas tenían que mantener el equilibrio. Los peques crearon un juego para ejercitar así el equilibrio. Es decir, crearon una actividad muy buena, para mejorar su capacidad de andar en un “terreno” difícil.
Los niños crean sus propios juegos
Fue maravilloso poder observar el proceso de creación por parte de los peques de un juego tan idóneo y beneficioso para su desarrollo psicomotor. Ya sabéis que es en estas edades cuando empiezan a caminar y, por tanto, a practicar a través de la repetición ese mismo hecho de caminar por un “terreno” difícil les hace adquirir y, finalmente, fijar tal conocimiento. Posiblemente al desmontar las diferentes piezas y verlas en el suelo, llegaron a la conclusión de que se parecía a un camino. Deduzco que lo vieron en algún momento en su realidad más próxima y como consecuencia, lo integraron en su aprendizaje. Junto a esto, los peques aprenden que un juguete no sólo puede proporcionarnos un único uso, sino varios, transformándose en otro, bien diferente. Aquí palabras como la creatividad, la innovación y el emprendimiento (entre otras) cobran sentido.
“¡Qué buena cosa la que habéis descubierto!”
Pues bien, me refiero a esto cuando hablaba sobre ese “input” o aportación, que nos lanzan los niños y que hay que saber, en primer lugar, tras la observación, interpretar y posteriormente saber guiar desde un punto de vista pedagógico. ¿Qué hice yo en ese momento? Reforcé ese aprendizaje subiéndome a las piezas de la casa-muralla y caminé con ellos, manteniendo el equilibrio.
¿Qué les dice esto a los peques? El mensaje es claro: “Qué buena cosa la que habéis descubierto.” Lo valido e incluso hago que algunos de los peques más críticos, que no se atrevían a subirse a las diferentes piezas, porque no se sentían seguros, por miedo a caerse, finalmente lo hagan, dado que como persona que les guía en su aprendizaje, lo refuerzo como un aprendizaje muy valioso, que surgió de su propia iniciativa y no de la mía, ni de la de mis compañeras. Estamos reforzando también ahí una serie de habilidades sociales como la autoestima y el bravo, “Probaste y acertaste y el “¡Atrévete, tú puedes!”.
Los beneficios del juego guiado
Este ejemplo también nos conduce al desarrollo de la capacidad cognitiva o de relación: los peques han interpretado y reconstruido, que una casa-muralla puede llegar a ser un camino y así lo han implementado. Y más aún: han creado un juego para fortalecer así su capacidad motriz. A la hora del aprendizaje lógico y de la resolución de conflictos han adquirido nuevas conexiones que les hará plantearse en un futuro más alternativas para solucionar un problema (ya sea lógico o emocional), por ejemplo. Es lo que llamamos pensamiento divergente. Por tanto, gran descubrimiento y enorme paso para el desarrollo cognitivo. ¿Cómo seguir guiando este desarrollo?
Actividades adecuadas y emocionantes
Reforzando siempre este tipo de juegos que vengan desde la iniciativa de los peques para adquirir conocimientos en su propio desarrollo madurativo desde lo lúdico y así fijar otros nuevos, estableciendo cada vez más conexiones, que les facilitará en un futuro las herramientas para tener más de una alternativa o posibilidad. Cuantas más posibilidades tenga, mayor será su capacidad para resolver un problema o para tomar una buena decisión.
Resumiendo: cuando un niño o varios niños crean un juego, siempre crean una actividad interesante, emocionante y en este sentido perfectamente adecuada, por la sencilla razón de que la crean ellos mismos en función a sus necesidades y haciendo referencia a sus motivaciones. Por tanto, en una Escuela Libre no existe la posibilidad, que contrariamente sí se da en el currículum escolar, de que una actividad sea demasiado fácil, aburrida o inadecuada, cuando proviene de la iniciativa de los propios peques.
Cada niño aprende a su ritmo
Como consecuencia, una de nuestras labores es seguir alimentando la curiosidad de los peques y las ganas que nos brindan de forma natural y reconducirla en el propio beneficio del niño para convertirlo en una persona con autonomía, capaz de tomar buenas decisiones, de volver a levantarse tras un fracaso y seguir adelante. El principio básico de una Escuela Libre es que los niños quieren aprender y les sale de manera natural y espontánea. No al revés, el impulso no viene dado desde fuera, mayoritariamente.
Matizo: esto no quiere decir que no llevemos a cabo actividades guiadas en Kindermundi, ya que sí que lo hacemos y de manera regular. Lo que quiero decir es que cuando esto sucede, es decir, que planteamos una actividad guiada, esta tiene un carácter abierto y va acompañada por la pregunta “¿a ver qué sale?”. Además de adecuarse siempre a las necesidades de cada peque, por tanto, una vez más, individualizamos el aprendizaje, ya que cada niño tiene su propio ritmo, sus preferencias y, con ello, sus dificultades o sus potencialidades frente a la actividad planteada.
Haciendo e involucrando se aprende mejor
Volviendo a la idea inicial de que el impulso no viene dado desde fuera, mayoritariamente, añadiría que no proviene desde nosotras (de forma desvinculada con las necesidades de nuestros peques en particular), desde la escuela o desde el currículum escolar: los niños no tienen que aprender, sino que aprenden porque quieren. Ellos aprenden en un contexto preparado y de libertad, con respeto y con límites. Una Escuela Libre se caracteriza por ofrecer mucho tiempo de juego guiado (término muy importante que la caracteriza), donde los entornos están preparados con una finalidad educativa.
Por tanto, no hay fichas, ni tampoco se ofrecen actividades para un aprendizaje preestablecido desde el punto de vista académico. Por ejemplo, aprender a través de láminas a lavarse los dientes. Aprendemos haciendo y todos los días después de comer, nos lavamos los dientes. Con el principio del currículum escolar los niños tienen que aprender lo que el currículum establece, por lo que todo el proceso natural que acompaña a los niños de cortas edades se desvanece, de ahí la contradicción.
El currículum escolar persigue objetivos externos
La falta de autonomía, de personalizar la enseñanza, de curiosidad, de creatividad, de poder desarrollar un vínculo afectivo cercano (apego seguro), es lo que hace que el niño, en muchas ocasiones, prefiera ir al campo a recoger moras que al colegio. La obligatoriedad y el no interesarnos por lo que quiere y necesita un niño en su proceso de aprendizaje destruye, lógicamente, parte de su alegría de aprender y de querer seguir haciéndolo, su motivación.
El currículum escolar persigue otros objetivos, que son comprensibles a los ojos de nuestra sociedad, pero de los que hay que ser conscientes y, por tanto, llegar a la conclusión de que no obedecen a la necesidad del niño, sino a otras necesidades más bien productivas.
Una educación razonable desde nuestro punto de vista es la que se basa en las competencias sociales, el desarrollo psicomotor y del lenguaje, el fomento de la autonomía, la seguridad emocional, la autorregulación, el mantener y favorecer la inquietud y la curiosidad como motor de aprendizaje, además de un adecuado establecimiento de límites, lo que conlleva inevitablemente a la aceptación y al aprendizaje de normas, junto a la adquisición del funcionamiento de las relaciones sociales.
De ahí que esté convencida de que este tipo de objetivos no se puedan conseguir puntuando o estableciendo notas, sino que más bien se consiguen a través de conversaciones personalizadas, basadas en nuestras impresiones pedagógicas, donde las madres y los padres juegan un papel fundamental.